miércoles, 24 de noviembre de 2010

Festival de Blogs: Reflexiones sobre el ciberactivismo en Perú

Sumándome a la convocatoria al Festival de Blogs de Global Voices Online (en donde dicho sea de paso soy traductora voluntaria),  a ver pues, algunas reflexiones en torno al tema planteado, a saber, “Blogs y Ciberactivismo”.
Para no irme por las ramas, voy respondiendo las preguntas planteadas en la convocatoria.
“Sobre el ciberactivismo, aplicado a diversos ámbitos, es un término muy común en estos días en que cualquiera puede lanzar lo que se conoce como una “campaña 2.0″ aprovechando las redes sociales, pero más allá de si se logrará el éxito o no ¿son este tipo de campañas la única forma de ciberactivismo posible?”
No lo sé, la verdad, pero creo que depende mucho del objetivo que se persiga con la campaña. No es lo mismo una campaña de solidaridad con alguna causa con la cual puede ser muy fácil simpatizar, que otra en protesta por una situación determinada, especialmente si se trata de un tema que puede resultar polémico.  Cada una de ellas requiere un abordaje distinto, y corresponde a cada ciberactivista o grupo de ciberactivistas qué se amolda mejor a sus recursos y a sus necesidades, y obviamente a sus propósitos. Creo que el potencial de la red y de las herramientas 2.0 es grande, pero lo más importante son las ideas que podamos aportar para usarlas mejor.
“¿Debemos aplicar a rajatabla los modelos anglosajones a la realidad de los países latinoamericanos como el nuestro?”
Me parece que no, por lo ya dicho, y porque además no hay que perder de vista que el porcentaje de penetración de la internet entre la población total en nuestros países es aún muy bajo en comparación con los países anglosajones, en parte por las dificultades económicas para tener acceso desde los hogares. Mientras no se solucione esta brecha, es poco lo que se puede hacer. A nosotros que estamos metidísimos en estas comunidades nos puede parecer que somos mayoría y que los que no están en ellas están “out” pero de hecho no es así. Basta con viajar un poco por el Perú para darse cuenta de esta realidad. Somos minoría. En nuestro medio, la realidad es que las cibercampañas no funcionan si no son rebotadas por algún medio masivo que “se compre el pleito” y las ponga en la agenda del día. Es hora de dejar de mirarnos los ombligos y afrontar este hecho.
“¿Es realmente posible trascender la virtualidad y engarzar estas campañas con los procesos reales, o siquiera lograr la toma de conciencia deseada?”
Esa es una buena pregunta, y es que ¿cómo pasamos a medir cualitativamente, a evaluar el impacto de estas campañas, cuando muchas veces ni tenemos claro quién nos escucha? Una cosa son los números, los clicks, y otra la gente que realmente firma un papel, toma alguna acción concreta, se compromete de otra forma. Y claro, Es muy fácil decir que uno se suma, los motivos son muchos; presión social, quedar bien con el amigo, una sensación momentánea de que es lo correcto, etc., y uno termina haciendo click. Pero de allí a realmente involucrarse, hay un gran trecho. Allí tienen el ejemplo de Antanas Mockus, que arrasó en el mundo de la web 2.0 pero en los hechos, en el mundo real, no consiguió los votos que necesitaba, y por un gran porcentaje. Y como comentario relacionado, no hay que perder de vista el hecho de que, al menos hasta donde he visto, la mayoría de estas campañas tiene sus quince minutos de fama y luego nadie se acuerda, salvo unos pocos que ganaron algo de notoriedad con la misma.
!¿No es subestimar y tratar a la gente como rebaño el mobilizarla a hacer algo vía estas campañas de acción/reacción? ¿es consciente la gente de los motivos ocultos que pueden subyacer detrás de una campaña “simpática”?”
Creo que ya lo contesté en el párrafo anterior. Efectivamente, como en el mundo real, hay gente que se aprovecha de alguna causa que se percibe como justa para, como se dice, ganar indulgencias con avemarías ajenas. Como comunicadora, como alguien que tiene más de 20 años (vi)viendo los cambios en el ejercicio del periodismo, y viendo cómo se manejan las campañas de opinión pública desde la prensa, me he vuelto desconfiada por sistema, y soy  sumamente escéptica en cuanto al uso de las campañas “simpáticas”. El hecho es que se suele tomar una causa “simpática” a la cual nadie podría oponerse, para empujar con ella otras cosas y hasta intereses muy específicos, y muchas veces se hace simplemente buscando exposición mediática.  Desconfío menos de las campañas que nacen como producto de un descontento en particular, o como denuncia por atropellos de libertades personales, porque por su naturaleza no son “marketeras” y porque, por lo general,  como suelen ser sistemáticamente ignoradas o silenciadas por autoridades, gobiernos y/o prensa, tienen efectivamente que valerse de sus propios recursos y encontrar las formas de romper este cerco que el mensaje llegue a donde debe llegar. Eso es activismo genuino.

FUENTE:

El nacimiento del ciberactivismo político

Existe una notable efervescencia digital en la preparación de los congresos que la mayoría de las fuerzas políticas españolas (ERC, PP, PSOE, CDC...) han celebrado, están celebrando o van a celebrar antes de las vacaciones de verano. Se han llegado a debatir online diversas enmiendas de política 2.0 a las ponencias oficiales. En la mayoría de los casos, estas enmiendas abordaban el uso de las nuevas tecnologías en la acción política. Pero algunas han ido incluso más allá y, confiando en el potencial de cambio de las nuevas tecnologías, han propuesto repensar tanto el modelo organizativo de los partidos como sus fórmulas para el debate programático y sus mecanismos de relación con la ciudadanía.



xiste una fuerte convicción de oportunidad inaplazable. Las dificultades sociales y políticas a las que todos debemos enfrentarnos, en lo local y global, exigen que el talento y la creatividad latentes en la Red penetren y revitalicen las estructuras de los partidos democráticos para actualizar su concepción básica: la de servicio público. Hay hambre -y urgencia- de nuevas ideas para los nuevos desafíos. Y la Red palpita mientras las estructuras partidarias languidecen. Hay quien lo intuye y hay quien no quiere verlo aunque lo sabe.
El eco de la videopolítica y del activismo digital en la campaña para las elecciones generales del pasado 9 de marzo está muy presente en este contexto. Por primera vez, los partidos políticos utilizaron en España de forma masiva, estratégica y organizada diversas iniciativas en la Red para movilizar recursos humanos (descubrieron el potencial de loscibervoluntarios) y ensayaron acciones de comunicación viral muy efectivas. Asimismo, los medios de comunicación tradicionales, escritos o audiovisuales, experimentaron fórmulas de participación ciudadana basadas en el ciberespacio. Incluso se intentó, sin éxito, un debate digital entre los dos principales candidatos a la presidencia, Zapatero y Rajoy.
A esto se añade el que el apasionante duelo de las primarias demócratas norteamericanas ha impactado con fuerza en la política española, que se interroga sobre el capital de energía política y organizativa que suponen los ciberactivistas y la posibilidad de enrolarlos como cibermilitantes. Hay un gran consenso en que buena parte del éxito de Barack Obama ha radicado en el uso inteligente de las herramientas de la cultura 2.0. Obama ha comprendido la capacidad política de las redes sociales digitales, empezando por su capacidad para movilizar seguidores o para captar donaciones. Él ve las nuevas tecnologías no como un medio más, sino como el reflejo organizativo de una nueva cultura política. Y a ello se debe buena parte de la conexión del senador con los jóvenes y los sectores más dinámicos, que sienten que el candidato conversa con ellos a través de sus propios medios y sus propios códigos.
El momento es apasionante y sería imperdonable no aprovecharlo como palanca de renovación de la política española. Es una gran oportunidad para que los partidos acometan en profundidad un cambio de estilo y de cultura organizativa que sea capaz de hacerlos evolucionar hacia estructuras más abiertas, flexibles e innovadoras, como ya lo han hecho gran parte de las empresas, universidades y otras organizaciones en el marco de la sociedad de la información y la comunicación.
El anuncio, por ejemplo, del Plan de Modernización de las Agrupaciones con el que el PSOE está estudiando una reforma de su organización interna, ha creado un marco adecuado, en el espacio socialista, para este debate sobre el modelo de militancia en el siglo XXI. Las Casas del Pueblo no ofrecen hoy para muchos ciudadanos ningún atractivo, ni como espacio de socialización, diálogo o representación, ni como espacio de activismo político. Se han quedado casi sin pobladores y no reflejan la pluralidad sociológica y cultural de su entorno (especialmente en contextos urbanos). Mientras tanto, las causas y las ganas por comprometerse crecen en nuestra sociedad.
Otros partidos, como los catalanes PSC y CDC, también viven con intensidad la efervescencia de sus bases y se encuentran en pleno debate precongresual preguntándose cómo interpretar la pulsión de cambio y cómo acogerla sin defraudarla. Hay demanda de otra -y nueva- política. Hay urgencia de nuevas organizaciones.
Sin embargo, no todo el mundo participa de este ciberentusiasmo en el debate precongresual del PSOE. La enmienda 445 (impulsada por algunos socialistas valencianos) y la Facebook (animada por muchos activistas y recogida por varias federaciones) han recibido apoyos pero también fuertes rechazos. Hay miedo a que lo digital desborde y contamine. Algunos dirigentes, incluso jóvenes dirigentes, creen quelos culos de hierro y los brazos de madera (en alusión al control orgánico de las asambleas de discursos interminables y votaciones unánimes) son más democráticos, "porque la gente está presente y da la cara". Y existe el recelo mal disimulado de que tanto hervor digital sea una moda, esté vacío de contenido político y sea prisionero de nuevos y elitistas dogmáticos que acaben ampliando la brecha digital. Pero los riesgos, algunos de ellos muy reales, no pueden ni deben paralizar los cambios necesarios y urgentes. La política formal puede llegar tarde y mal a lo emergente. Que no se extrañe entonces de ocupar el último lugar en la valoración social.
En este fuego cruzado, a algunos dirigentes tan sólo les tienta canalizar la energía de los activistas digitales para instrumentalizar su capacidad movilizadora, pero lateralizando su protagonismo y liderazgo. Creen que el espacio digital hay que colonizarlo, sin comprender que de lo que se trata es de influir y dejarse influir. Pretenden convertir lo digital en un nuevo espacio dogmático o de reclutamiento, pero así sólo se encontrarán con redes vacías de vitalidad. Otros identifican la Política 2.0con propuestas sobre las TIC o con expresar simpatía con los defensores del softwarelibre. Pero aquéllos y éstos se equivocarán (o se quedarán cortos) si simplifican o reducen la intensidad de estos cambios políticos a lo simplemente "tecnológico".
La cultura digital es una ola de regeneración social (de ahí su fuerza política) que conecta con movimientos muy de fondo en nuestra sociedad: placer por el conocimiento compartido y por la creación colectiva de contenidos; alergia al adoctrinamiento ideológico; rechazo a la verticalidad organizativa; fórmulas más abiertas y puntuales para la colaboración; nuevos códigos relacionales y de socialización de intereses; reconocimiento a los liderazgos que crean valor; sensibilidad por los temas más cotidianos y personales; visión global de la realidad local y creatividad permanente como motor de la innovación. Sí, hay esperanza de nuevos liderazgos. Pero en la Red sólo se reconoce la autoridad, no la jerarquía. Mejor las causas que los dogmas.
Así que no estamos hablando simplemente de nuevos militantes (cibermilitantes) o de un nuevo campo de batalla política (la Red). Tampoco se trata tan sólo de nuevas herramientas (blogs, wikis, twitter, redes, videopolítica...). Ni tampoco se resuelve esta cuestión con una nueva "sectorial" (la de la sociedad del conocimiento y la información). No, no hablamos sólo de tecnología. Hablamos de la política del futuro. De comprenderla nuevamente, de repensarla en la sociedad red.
Si se quiere, puede empezarse por el nombre de la cosa. ¿Cibermilitantes? Ahora que estamos en pleno periodo de celebración de congresos, sería una gran contribución hacer una pequeña renovación semántica. ¿Por qué no abandonar definitivamente la palabra "militante" y reivindicar la de "socio" o "activista"? A pesar del valor emocional y político que tuvo en el pasado, la palabra "militante" tiene hoy resonancias comunicativas de disciplina férrea, excluyente y acrítica. Además, no aparece ni una sola vez en la Ley de Partidos, que utiliza siempre el término "afiliados".
Ahora que están a tiempo, piénsenlo, por favor. Si quieren hacer ciberpolítica, no insistan en llamar cibermilitantes a los activistas. Empiecen por las palabras. No es un cambio menor. Y sigan luego con los otros. Ha llegado el momento.

FUENTE:

¿QUÉ ES EL CIBERACTIVISMO?


1. ¿QUÉ ES EL CIBERACTIVISMO?
Son propuestas hechas a través de la Red para denunciar y solucionar ataques a los Derechos Humanos, presionando a quienes los cometen o los consienten.

2. ¿Y HACE MUCHO TIEMPO QUE EXISTE?
El recoger firmas (o similar) para mostrar el rechazo colectivo a algo es muy antiguo. Evidentemente, la aparición de Internet ha mutiiplicado esto hasta extremos gigantescos.

3. ¿Y SE CONSIGUE ALGO CON EL CIBERACTIVISMO?
De entrada, se consigue que tú hagas lo que está en tu mano hacer, y eso no es poco. Y, además, la suma de miles y miles de hombres y mujeres de todo el planeta tiene fuerza ante poderosos que, si bien no tienen escrúpulos a la hora de hacer el mal, no quieren que se ponga en contra de ellos la opinión internacional. Es paradójico, pero es así.

4. ¿Y CÓMO SE YO EN QUÉ CASOS CIBERACTUAR?
Es imposible que la gente de a pie conozcamos todas las injusticias que se producen en tantos rincones del mundo o que, por nuestra cuenta, tengamos poder para darlas a conocer. Por eso, lo normal es estar atento a las ONGs y Colectivos que están atentas a la evolución de los derechos humanos, e indican dónde hace falta tu apoyo a través de una ciberacción.

5. ¿Y ME PUEDO FIAR DE LOS QUE PROPONEN UNA CIBERACCIÓN?
Es importante que sepas valorar al colectivo que te la propone. Yo puedo opinar que tal grupo es de toda confianza, y otros, en cambio, pensar que son unos extremistas peligrosos. En todo caso, se debe dudar de toda ciberacción en la que no se explique claramente el caso y lo que se pretende, o en la que se te pidan datos personales innecesarios, o en la que no haya forma de contactar –si lo quisieras hacer- con el colectivo que la propone. Aparte de eso, eres tú quién decides en qué grupos confías: puedes mirar su ideario, historial, acciones, si son apartidistas... etc.

6. NO ME PASARÁ NADA POR SER CIBERACTIVISTA, ¿NO?
Es cierto que al firmarla te significas, dices que no quieres que suceda algo con tu nombre y con tus apellidos. Pero vives en un país donde tienes derecho a expresar tu opinión. Por tanto, nadie puede perseguirte o atacarte por hacerlo. La mayoría de las historias que corren de que los gobiernos democráticos tienen listas secretas de gente que participa en este tipo de campañas son leyendas. Y, aunque fueran ciertas, ¿a ti qué?: ¿es eso más importante que aquél que está siendo atacado en sus más elementales derechos?

7. PERO, SI ES TAN FÁCIL, ¿POR QUÉ NO LO HACE MÁS GENTE?
Si alguien con acceso a internet no practica el ciberactivismo es, simple y trágicamente, por comodidad, por no emplear un poco del “valiosísimo” tiempo que emplea en navegar en ayudar a gente que podría salvar su vida simplemente con unos cuantos clics de su ratón, o con una carta (que se suele ofrecer para que sólo haya que imprimirla) y un sobre con sello.

8. Y SI NO TENGO INTERNET, ¿QUÉ HAGO?
Cuando una ONG propone un caso de ciberactivismo a los internautas, prácticamente siempre ofrece, además, otras formas de intervención: cartas, fax, folios donde se pueden recoger firmas a mano... Y, en todo caso, internet puede tenerlo un amigo, y hay cibercafés... El que quiere, puede.

9. POR CIERTO, ¿HACE FALTA SER MAYOR DE EDAD?
Depende. En la mayoría de los casos, no (de hecho, casi nunca se te pide un número de documento de identidad), porque no hace falta tener ninguna edad para decirle a alguien que está haciendo el mal que tú estás ahí y que no piensas permitirlo en la medida de tus posibilidades. Otra cosa es cuando se pretende es alcanzar un número determinado de firmas para que tengaa algún efecto jurídico o político (en España, por ejemplo, con un cierto número de firmas debidamente contrastadas se puede plantear en el Parlamento una “Iniciativa Legislativa Popular”). En este tipo de peticiones sí se requiere ser mayor de edad, tener documento personal identificativo, firmar físicamente (internet se suele usar para sondear), etc.

10. CREO QUE YA LO ENTIENDO; ¿POR DÓNDE EMPIEZO?
Puedes empezar a añadir a los “Favoritos” o “Narcadores” de tu navegador a aquellas ONGs y asociaciones que suelen proponer ciberacciones, y, luego, las visites periódicamente para ver qué nuevos casos plantean. Si eso te resulta costoso, Paz y Justicia nacimos para hacer eso por ti: en nuestra web vamos añadiendo el ciberactivismo que encontramos por la Red. Pero quede claro que lo que importa es que ciberactúes (ayudado por nuestra web o no). Y, si nos permites añadir algo, también es importante que el ser ciberactivista no sea algo aislado del resto de tu vida. No sería muy lógico que lucharas solidariamente por los derechos humanos a través de la Red, y que, luego, te cargaras esa solidaridad en el resto de tu vida cotidiana, ¿verdad?


FUENTE:


http://www.januweb.com/foro/que-es-el-ciberactivismo-vt169.html

El ciberactivismo, la nueva revolución de la militancia política




El ciberactivismo, la nueva revolución de la militancia política
En febrero, un colombiano convocó por Internet a millones de personas para que marcharan contra las FARC. Foto Archivo
Por Adriana M. Riva
De la Redacción de LA NACION 

Hasta el pasado 4 de enero, la participación política de Oscar Morales se había limitado a votar. Pero ese día, este colombiano de 33 años se convirtió, en un abrir y cerrar de ojos, en el promotor de una de las marchas mundiales más exitosas contra las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC).
Su iniciativa, con la que "sólo pretendía juntar firmas", fue incluir en el sitio Facebook la campaña Un Millón de Voces contra las FARC. La propuesta, sin embargo, superó con creces sus expectativas y, un mes más tarde, terminó movilizando a más de cuatro millones de colombianos en el país y en otras 130 ciudades del mundo para repudiar al grupo guerrillero.
Este fue, sin duda, uno de los casos más paradigmáticos de un fenómeno que crece día tras día en el mundo entero y que gana cada vez más adeptos: el ciberactivismo, el flamante modelo de militancia del siglo XXI.
"Se trata de una nueva forma de activismo social, que reformula el ejercicio del poder a partir del uso de nuevas tecnologías."
Así define el especialista español en redes David de Ugarte esta nueva movida de participación política en su libro El poder de las redes .
"El ciberactivismo -escribe Ugarte- puede ser definido como toda estrategia que persigue el cambio en la agenda pública mediante la difusión de un determinado mensaje y su propagación a través del boca en boca multiplicado por los medios de comunicación y publicación electrónica personal."
Según la enciclopedia online Wikipedia, en tanto, "el ciberactivismo se refiere al conjunto de técnicas y tecnologías de la comunicación, basadas principalmente en Internet y la telefonía móvil, asociadas a la acción colectiva, tanto en el espacio virtual como en el real".
Más allá de sus posibles definiciones, lo cierto es que en los últimos años cada vez son más las personas que, a través de Internet, participan y se movilizan a favor de todo tipo de causas e iniciativas.
A veces, esa acción se limita a un simple clic, ya que con sólo cliquear en una determinada página web, cualquier persona con acceso a Internet puede, desde cualquier lugar del mundo, mandar un e-mail de protesta, hacer una donación o firmar un documento para, entre otras cosas, exigir el cese de la violencia en Darfur, demandar el cierre de la prisión de Guantánamo, o reclamar el fin de la deforestación del Amazonas.
A través de la recolección de firmas online , por ejemplo, la organización Amnistía Internacional logró que en Nigeria los jueces que habían condenado a Amina Awal a ser lapidada revocaran la sentencia, luego de recibir una lluvia de firmas (de las que se juntaron nueve millones) de todas partes del mundo que repudiaban la condena.
En otra oportunidad, 400.000 personas se pusieron de acuerdo por medio de Internet y saturaron de llamadas los conmutadores telefónicos de la Casa Blanca y el Senado nacional, lo que impidió que sus ocupantes hicieran llamadas.
En la última ola de protestas en Myanmar, en tanto, los monjes budistas y demás manifestantes lograron, a través de sus celulares, cámaras digitales y blogs, traspasar las redes de la censura del régimen militar y mostrar al mundo entero lo que estaba ocurriendo en el país.
También en Irán, los blogs, que en el país ya suman más de medio millón, se han transformado en un tumulto virtual de voces que están dando lugar a una nueva forma de protesta política que logra eludir el control del régimen.
Todas estas acciones que nacen de la mano de Internet y que, en muchos casos, trascienden o impactan en el mundo real, dan cuenta de cómo la tecnología ha revolucionado la participación colectiva. Ello se debe, en gran medida, a las ventajas que ofrece la Web, tales como agilidad, inmediatez, costos casi nulos, simplicidad y, ante todo, difusión mundial.
Poder de movilización
En diálogo telefónico con LA NACION desde Madrid, Ugarte señala: "Existen, en realidad, dos fases en el ciberactivismo: una deliberativa, en la que a través de los blogs y los foros se abre el debate, y otra de movilización, en la cual a partir de e-mails y mensajes de celular la gente sale a la calle", tal como ocurrió, sin ir más lejos, durante los recientes cacerolazos por el conflicto entre el campo y el Gobierno, en la Argentina.
Conscientes del poder de movilización y captación que ofrece Internet, también los políticos ya usan las nuevas tecnologías para transmitir sus mensajes y ampliar su base de apoyo.
Entre estos, quien lleva la delantera es, de lejos, el candidato demócrata norteamericano Barack Obama, cuyo portal ( barackobama.com ) permite tejer redes sociales, sumar amigos o hacer una donación para apoyar la campaña del senador por Illinois.
El sitio ofrece, además, varias propuestas para colaborar con el candidato como, por ejemplo, cliquear en el ícono "hacer llamadas", y comunicarse luego con la lista de números telefónicos que el voluntario recibe por e-mail .
Otra novedad del ciberactivismo es que, pese a que muchas veces las acciones son alentadas por conocidas ONG, como Greenpeace y Amnistía Internacional, ya no es condición excluyente formar parte de un grupo preexistente de protesta, porque el grupo se forma al mismo tiempo que se crea el reclamo. "Antes, los activistas necesitaban de una organización para poder acceder a los medios y difundir sus ideas. Ahora, en cambio, si difundimos bien nuestro mensaje, la propia red social genera organizaciones ad hoc para fines concretos que transformen la realidad", explica Ugarte a LA NACION.
Y así, en los casos más exitosos, como el de Oscar Morales, la iniciativa de una sola persona puede llegar a transformarse en una manifestación de alcance mundial.
Biden
  • El mensaje de texto vía teléfonos celulares y el e-mail fueron los medios elegidos por el candidato demócrata, Barack Obama, para revelar que el senador Joseph Biden iba a ser su compañero de fórmula. "He elegido a Joe Biden para ser mi compañero de fórmula", anunció Obama en el texto divulgado el pasado 23 de agosto. "Necesitamos la ayuda de ustedes para construir este movimiento para el cambio", agregó.

Analizan política y redes sociales en Seminario de Comunicación Digita


votar
  • “Las redes sociales deben ser pensadas como una herramienta de renovación ciudadana”: Dr. Octavio Islas, Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México
  • “Ciberactivismo y Política Digital: nuevos espacios de participación”, señaló Enrique Bustamante, director de la Academia Mexicana de la Comunicación.
  • “El secreto de las redes sociales: si tienes información compártela”: Isaac Vázquez, community manager de El Universal.
Ciberactivismo y política digital
Por: Marcela Vargas
La importancia de las redes sociales como medio de participación ciudadana constituyó el tema central del Segundo Seminario de Comunicación Digital de la Academia Mexicana de la Comunicación.
Expertos en ciudadanía, comunicación política y medios digitales debatieron acerca de las posibilidades de apelar al mundo virtual como espacio efectivo de expresión e intercambio entre gobernantes y gobernados.
Cultura del diálogo
Con menciones a los casos de #InternetNecesario, #ReynosaFollow y #balaceratec, el tema de ciberactivismo no se constituyó como eje del Seminario. No obstante, sí se remarcó la potencialidad de las redes sociales como conectores para impulsar el cambio.
“Las nuevas tecnologías pueden servir como herramienta de renovación del tejido social,” afirmó elDr. Octavio Islas, coordinador de la cátedra de Comunicación Estratégica y Cibercultura del Tec de Monterrey Campus Estado de México. “A través de ellas puede construirse una cultura del diálogo” aseveró.
“Las tecnologías no van a cambiar a nuestra clase política; la esperanza está en nuestra ciudadanía,” así advirtió el investigador sobre la necesidad de una sociedad participativa, que busque el diálogo y que cuestione, que aporte.
El Dr. Octavio Islas se presentó en el panel “Retos y promesas de la política mexicana en la era digital”, donde también lo acompañaron el Lic. Sergio Ruiz (secretario de comunicación del Comité Directivo Regional del PAN en el DF), el Lic. Carlos Francisco Castañeda (Director Ejecutivo de Gobernabilidad en Tecnologías de Información y Comunicación del Gobierno del DF) y el  Lic. Fernando Belaunzarán (Consejero Nacional del PRD).
Poder ciudadano: si lo sabes, compártelo
Ciberactivismo en México: el poder ciudadano
Izq. a der.: Lic. Isaac Vázquez, Dr. Luis Gárate, Dr. José Luis López (moderador), Lic. Paula Hurtado, Lic. Matías Bahena
“Las redes sociales son tan masivamente adoptadas porque son humanas” afirmó Matías Bahena, presidente de la Fundación Uno Por Ciento. Durante su participación, se refirió a la esencia de estas tecnologías: la interacción entre seres humanos.
Bahena formó parte del panel “Ciberactivismo en México: el poder ciudadano”, donde se comentó el rol de las redes sociales como vía importante para la acción y cooperación ciudadana.
“No necesitas 100 mil personas para cambiar al mundo, a veces hacen falta 2 ó 3,” aseguró en ese mismo espacio Paula Hurtado, coordinadora de Ciudadanía 2.0.
“La política pública no es sólo una cuestión del gobierno, es algo que está al lado de ti como ciudadano, para construir algo,” expresó  Paula Hurtado, “Se trata de coordinar y cooperar para construir algo que mejore tu entorno, ahí es donde entra la tecnología como la herramienta que facilita la coordinación y cooperación con un objetivo común”.
En esta discusión también se encontraban Luis Gárate de la Asociación Nacional de Consejos de Participación Cívica e Isaac Vázquez, community manager del diario El Universal.
Durante su ponencia,  Isaac Vázquez enfatizó el peso del usuario en el flujo de información: “La gente quiere informarse de manera diferente, el flujo generado por los usuarios influye las decisiones de los medios hoy”.
Además, explicó lo que él considera el secreto de las redes sociales: “Si tienes información, compártela”. Esta expresión tuvo eco más adelante en el Seminario, cuando un representante deSocial Media Club México compartió con los asistentes el lema de este club de redes sociales: “Si lo sabes, compártelo”.
México y la brecha digital
Expositores y auditorio mantuvieron la realidad nacional sobre la mesa: la brecha dig2o Seminario de Comunicación Digitalital en la población mexicana fue uno de los temas con mayor presencia en el seminario.
Sólo 30 millones de personas tienen acceso a Internet en México, de un total aproximado de 110 millones de habitantes. Obstáculos de fondo para la reducción de la brecha digital en México:
  • costos de conectividad con el mercado
  • falta de contenidos de alta relevancia social
  • carencia de infraestructura
Mencionó Lic. Eloisa Talavera Hernández, coordinadora de laSociedad de la Información y el Conocimiento de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, durante la Conferencia magistral.
El Segundo Seminario de Comunicación Digital: Ciberactivismo y Política Digital fue organizado por la Academia Mexicana de la Comunicación en colaboración con la Universidad Panamericana.

FUENTE: